El año pasado, el movimiento feminista propuso dar un paso al frente en la visibilización, convocando en varios países paros y huelga. Este año, se ha profundizado en la extensión de la lucha, y CGT ha servido de herramienta para la convocatoria, a petición del movimiento feminista, de una huelga general de 24 horas el próximo 8 de marzo. Sobran motivos, argumentos y reivindicaciones para movilizarse. Continúa existiendo una bestial brecha salarial (la más alta en los últimos seis años), que instituye la feminización de la pobreza.
España ocupa el puesto 122 de 144 países en la igualdad de sueldos entre hombres y mujeres -Índice Global de la Brecha de Género del Foro Económico Mundial-. Esto se traduce en menores salarios, cotizaciones, prestaciones por desempleo, e infrapensiones. Tenemos una de las tasas de empleo femenino más bajas de Europa y, por tanto, la tasa de desempleo más alta tras Grecia. Además, la precariedad tiene nombre de mujer.
En Correos, está aumentando alarmantemente el trabajo temporal a tiempo parcial, llamados minijobs o contratos basura. Las estadísticas indican que las mujeres ocupamos mayoritariamente estos trabajos, que no elegimos de ninguna manera voluntariamente, los aceptamos porque no se nos ofrece alternativa.
Nuestro Convenio Colectivo establece la existencia de una Comisión de Igualdad y dispone de un extenso anexo sobre igualdad, en el que se asume textualmente que: “los datos estadísticos demuestran, sin lugar a dudas, la situación de desigualdad de las mujeres en el ámbito laboral”. Incluso reconocen que la precariedad y el trabajo a tiempo parcial es mayor en mujeres que en hombres, y que las responsabilidades familiares suelen ser asumidas por mujeres. Es más, los datos señalan que el número de excedencias en Correos para el cuidado de familiares, son ‘disfrutadas’ mayoritariamente por mujeres.
Por el contrario, en sus 81 páginas no hay medida efectiva, concreta o eficaz para revertir esta situación, existe literalmente para maquillar su política empresarial. Correos no tiene interés en combatir los roles sociales que tradicionalmente se nos ha adjudicado a las mujeres. Como ejemplo reciente de su hipocresía, tenemos cómo deniegan permiso de lactancia a padres, si la madre no trabaja. Ya tenemos dos sentencias contra Correos por este motivo que textualmente indican que Correos realiza una “interpretación restrictiva en un derecho que está vinculado al derecho a la igualdad”, e incluso que esta interpretación: “puede contribuir a perpetuar un reparto tradicional de funciones entre el hombres y la mujer al mantener a los hombres en una función subsidiaria de las mujeres respecto al ejercicio de su función parental”. Un ejemplo, de que frente a los derechos laborales las imposiciones empresariales fomentan el mantenimiento de los actuales y reaccionarios roles de género, en los cuales las mujeres siempre salimos perdiendo.