Podría haber sido una historia bonita si no estuviera a punto de culminar en un trágico final. Podría haber sido una historia cuajada de creación, de artistas, una historia argumentada por el libre pensamiento, una historia de amor: a la belleza, a la enseñanza, o mejor, de amor a la belleza de la enseñanza en libertad. Y así siempre.
Pero esa historia que pudo ser está a punto de tornarse en oscuro relato, en crónica negra de una escuela que mantenía vivo el espíritu de la Institución Libre de Enseñanza, algo incompatible con ese nuevo y aberrante concepto de educación que consiste en hacer depender la pedagogía del capitalismo, las escuelas y universidades de las empresas, esa aberración se llama Plan Bolonia y por ese camino quieren conducir al centro que, hasta durante el franquismo, fue ejemplo de libertad pedagógica: la Escuela Municipal de Cerámica de La Moncloa.
UN POCO DE HISTORIA
Dentro de poco, la Escuela de Cerámica de La Moncloa (en adelante ECM) habría cumplido un siglo de vida. Fue fundada en 1911 por Francisco Alcántara Jurado, renovador de la pedagogía y ligado a las corrientes más progresistas de la época; fue también un prestigioso crítico de arte y pintor, que dedicó gran parte de su trabajo a reavivar la tradición alfarera y cerámica, cuyo colofón sería la fundación de este centro de enseñanza.
La primera ubicación de la escuela fueron unos locales pertenecientes al antiguo asilo de San Bernardino, en el número 12 de la calle Fernando el Católico. En 1914 se trasladó a los terrenos llamados de "La Tinaja", próximos a la ermita de San Antonio de La Florida, en los que estuvo la escuela fábrica de cerámica de los hermanos Zuloaga, lugar en el que todavía tiene su sede, exactamente en el número 2 de la calle Francisco y Jacinto Alcántara.
Se consiguió consolidar definitivamente el proyecto de la ECM cuando Francisco Alcántara logró un acuerdo entre el Ayuntamiento de Madrid y el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes en 1920. El primero se haría cargo de las enseñanzas básicas y de grado elemental y el segundo de las especialidades superiores. La construcción de un nuevo edificio, obra del arquitecto Luis Bellido, y la dotación de nueva maquinaria fueron el comienzo de la dilatada y rica historia de este lugar.
Los revolucionarios métodos de enseñanza que aplicaba la ECM hicieron que en poco tiempo alcanzara un gran prestigio y atrajera hacia sí el favor y la colaboración de intelectuales de la talla de Sorolla, Ignacio Zuloaga, Muñoz Degrain, Menéndez Pidal y Ortega y Gasset, sobre todo los dos últimos vinculados estrechamente a la Institución Libre de Enseñanza y a las Misiones Pedagógicas por los pueblos de España, con las que la escuela colaboró activamente.
Pero todo quedó truncado al estallar la guerra civil. La ECM se encontraba en primera línea de fuego y los obuses se encargaron de dejarla desmantelada y maltrecha. Los bombardeos hacían volar las acuarelas por los aires. Es aquí donde hay que destacar el comportamiento heroico de Jacinto Alcántara -hijo de Francisco- Carlos Moreno Graciani y Aniceto García Villar, todos ellos vinculados a la dirección de la ECM, pues, con riesgo de sus vidas, acudían a los campos circundantes para recuperar las telas y protegerlas desordenadamente en carpetas que ponían a salvo.
Tras la contienda se reanudaron las actividades docentes bajo la dirección de Jacinto Alcántara, al que apodaban "el converso" porque pasó de defender los ideales republicanos a su adhesión al Movimiento Nacional. Hay que ser muy cuidadoso en este punto, ya que si Jacinto no hubiese valorado más su amor al arte y la pedagogía que sus posiciones ideológicas, la ECM ya haría mucho tiempo que hubiera dejado de existir. Sin embargo, con él al frente, el espíritu de la libertad de enseñanza supo burlar, tras los muros de la ECM, todas las presiones del fascismo, hasta hoy, que está a punto de sucumbir ante la presión del dinero. Quizás, lo peor del dinero es que no tiene ideología y por eso es capaz de corromper todos los corazones.
La actual directora, Margarita Becerril Roca, comenzó siendo alumna de la ECM en 1965, justo el año en que un alumno perturbado mental apuñaló a Jacinto Alcántara causándole la muerte. Fue discípula de Manaut, que a su vez lo fue de Sorolla, y llego a la dirección de la escuela en 1983 nombrada por el anterior director en funciones, Alfonso Maza,a la sazón tío de un buen amigo nuestro. Ella es la que comienza a fichar disciplinada y ordenadamente las miles de obras aún mal almacenadas y la que lucha denodadamente por mantener el espíritu de independencia de la Institución Libre de Enseñanza heredado de sus maestros.
COMIENZA EL DECLIVE
Sólo un año después, en 1984, la colaboración entre el Ayuntamiento y el Estado se quiebra y se separan las enseñanzas de la Escuela de Arte Francisco Alcántara (que pasa a depender de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid) de las ofrecidas por la Escuela Municipal de Cerámica. Es durante esta ruptura y las obras que lleva parejas cuando desaparecen las 64 acuarelas de la artista vinculada al subrealismo europeo, Maruja Mayo, todas ellas de gran valor. También durante este episodio, Margarita Becerril tiene que rescatar de un contenedor documentación e información relevante que había ido a parar allí en virtud de la decisión de algún político estúpido. En aquellos años, tanto el gobierno regional como el municipal estaban en manos del PSOE. Quizás por eso, esta formación política no reacciona ante la nueva agresión que la escuela está sufriendo a manos del P.P. Porque... ¿quén tendrá las acuarelas de Maruja Mayo? Todo apunta hacia un munícipe socialista de aquellos tiempos.
LA ACTUALIDAD
Hasta hace poco la ECM albergaba una biblioteca especializada y 33.500 acuarelas realizadas por profesores y alumnos de la escuela. Algunas de las obras llevan la firma de Sorolla, Zuloaga y Benlliure. Ahora, toda esa riqueza vuelve a estar amontonada en almacenes municipales dispersos. Incluso rica azulejería que decoraba los cuartos de baño y caballetes de pintura, que quizás sólo tienen valor sentimental, pero lo tienen, se encuentran en paradero desconocido o, cuando menos, no revelado.
El cierre se produjo a finales de 2009. La disculpa, el mal funcionamiento de los hornos industriales; sin embargo, los profesores informan que la cocción de las piezas se realiza en hornos portátiles que no están afectados por el informe sobre los otros hornos ya en desuso ¿Por qué, entonces, el cierre?
Fuentes dignas de toda credibilidad por su relación directa con el funcionamiento pedagógico de la ECM y por su compromiso con los métodos de enseñanza que la caracterizan, y cuya identidad no podemos revelar por su vinculación laboral con la Administración, nos aseguran que los motivos son pura y únicamente económicos. Su responsable: Concepción Dancausa, Delegada del Área de Gobierno de Familia y Servicios Sociales, nombrada y no electa en virtud de la Ley de Capitalidad de Madrid y , por tanto, "topo" de Esperanza Aguirre en el Ayuntamiento.
Según estas mismas fuentes, Dancausa tiene la misión de incorporar la ECM a la Comunidad de Madrid para que quede sometida al Plan Bolonia, al igual que ya lo está la Escuela de Arte Francisco Alcántara. De esta forma quedará doblegada, a su vez, a la tiranía empresarial que pretende terminar con la independencia pedagógica. Este es el fin del maquiavélico plan: asesinar para siempre el más duradero vestigio de la Institución Libre de Enseñanza de Francisco Giner de los Ríos. Lo que ya dudamos es la otra aseveración de estas mismas fuentes, según la cual Gallardón es inocente, víctima de una trampa tendida entre Aguirre y Dancausa para robarle la escuela. Insistimos, lo dudamos mucho, pero, si es así, ahora ya está avisado.